La crónica de la desocupación peruana a la provincia de El Oro, ¿Qué dejaron de recuerdo y qué se llevaron durante la ocupación de sus fuerzas armadas?
Por: Alberto Chávez Cruz
El jueves 12 de febrero de 1942, en lo que había quedado de lo que fue la sala de sesiones del Municipio de Machala, a las tres y media de la tarde, se firmó la Acta de Restablecimiento del Orden Jurídico de la Provincia de El Oro.
Los países garantes, luego de la firma del Límite de Protocolo de Río de Janeiro, con la participación de observadores internacionales cumplieron con la hoja de ruta recomendada para entregar la provincia de El Oro, militarmente ocupada por más de seis meses por el Perú, tras la invasión ocurrida desde el mes de Julio de 1941.
"De vuelta a casa"
El miércoles 11 de febrero de 1942, desde el Puerto de Guayaquil, ocupando los servicios de transportación fluvial de las motonaves: Jambelí, Colón y San Cristóbal, puestas a la órdenes por el gobierno ecuatoriano, delegaciones de diplomáticos, militares, autoridades de la provincia de El Oro y periodistas guayaquileños partieron rumbo a Machala.
En la motonave Colón, viajó la delegación de los observadores neutrales presidido por el Crnel. Benjamín Patte, de la Armada de los Estados Unidos, acompañado de sus Subtenientes; Jhon Wright y Charles Bogss; los Capitanes del Ejército Argentino: Edmundo Shivali y Manuel Vilela; los oficiales brasileños: Teófilo Arruda y Silverio Saraiva.
En otra nave, posiblemente en el Jambelí, viajó la delegación ecuatoriana integrada por el doctor Luis E. Dánilo Pérez y su secretario Gonzalo Pasquel Zambrano, en nombre del gobierno nacional; en representación de las Fuerzas Armadas el Mayor Mario Hinostroza y el Alferez Alberto Toledo; y la diplomacia ecuatoriana.
Y el tercer grupo, ocuparon la tercera nave (San Cristóbal) y estuvo conformado por los diplomáticos; Don Enrique Pazmiño, Jefe Político de Machala encargado de la Gobernación de El Oro, el presidente del concejo de Machala señor Rafaél González Rubio y periodistas y fotógrafos de la prensa de Guayaquil que vinieron para hacer la cobertura del histórico acto.
Recibimiento a las autoridades
Al siguiente día, las tres motonaves amarraron sus cabos en el viejo muelle de cabotaje en Puerto Bolívar y sus ocupantes observaron los daños causados por la artillería aérea peruana a las oficinas de la aduana y otras casas.
Según una crónica que escribió Marco Antonio LaMota, periodista de diario El Telégrafo de Guayaquil, los representantes militares de los países garantes tuvieron una reunión reservada en el comedor de la motonave Colón, para coordinar los pasos diplomáticos y militares de Ecuador y Perú. Luego, todos subieron al ferrocarril que los esperaba estacionado en el malecón porteño partiendo en dirección a Machala.
“Parece una tontería, pero es preciso confesar la verdad: todos (ecuatorianos) tenemos una sensación de temor que nos mortifica tremendamente… nos parece que entramos a un cementerio, donde el silencio nos envuelve en un abrigo de tragedia .. estoy seguro que nadie de los que vamos en este viaje doloroso, pestañea siquiera ..”, escribió el periodista guayaquileño de El Telégrafo.
Lo primero que alcanzaron a divisar al entrar a Machala, fue un solitario colegio Nueve de Octubre y desde las ventanas del ferrocarril constataron que en el suelo existían viejos armarios en desorden, bancas escolares hacinadas, los fotográfos copian el paisaje con sus cámaras.
El tren sigue y van observando casa sin techos, totalmente destruidas. Llegan a la estación del ferrocarril totalmente vacio, sin nadie quien los reciba, con asientos y oficinas saqueadas y salvajemente destrozada; bajan diplomáticos, militares, periodistas y se les unen unos pocos ciudadanos, también la educadora Bolivia Benítez, que estando refugiada en los claustros de las monjas del hospital Teófilo Dávila, había luchado durante la invasión militar peruana para que la población civil no abandone el pueblo.
En dirección a la casa municipal, caminan por calles llenas de basura, vidrios rotos, unas monjitas con sus ojos llenas de lágrimas saludan a la comitiva internacional y nacional. Llegan a las puertas de la comuna machaleña donde claramente divisan huellas putrefactas, estiercol regado por los pisos que indica la clase de gente que había secuestrado el lugar, casi en silencio suben lentamente las escaleras, solo se escucha los golpes de las botas militares de los observadores.
El Acto
El periodista guayaquileño describe así el momento de la firma del histórico momento: “Estamos rodeando la única mesa aceptable que posiblemente hay en todo Machala. El Capitán Civati, el Mayor Arruda, Booggs, hacen formal entrega de la provincia al delegado del gobierno y dan posesión a las autoridades.
Nos quedamos mirando con los ojos empequeñecidos aquella escena histórica. Nuestros párpados se contraen sobre las pupilas. El pensamiento está en marcha y nos cubre un hálito pesaroso. Veo una pluma fuente circular de una mano a otra. Y rápidas firmas sobre un documento protocolario. En todos los rostros hay un rictus extraño. Parece que se compenetraran de la importancia de aquellos momentos. Las cejas se ponen serias. Se juntan sobre las frentes mediativas. Un fotógrafo intenta tomar una vista de aquella pluma histórica, sin embargo de las manos de alguien que se presta a hacerlo levanta aquel estilógrafo con que se ha sancionado la devolución de la provincia”, reseña el periodista.
El Acta
La acta fechada con el día jueves 12 de febrero de 1942 dice textualmente:
“En la ciudad de Machala, a los doce dias del mes de febrero de mil novecientos cuarenta y dos, en el despacho de la Gobernación de la provincia de El Oro, los señores observadores militares, delegados Coronel José Benjamín Patte, Capitan Edmundo Civate y Mayor Teófilo Arruda, respectivamente, doctor Luis Eduardo Dávila Pérez, delegado especial del gobierno; señor Don Enrique Pazmiño, jefe político del cantón Machala y encargado de la Gobernación, el gobernador titular había sido el señor Alejandro Kaise, el señor presidente del Muy Ilustre concejo municipal Don Rafael González Rubio y Don Gonzalo Pasquel Zambrano, secretario particular del doctor Dávila Pérez; declaran restablecido el orden jurídico administrativo de la provincia, una vez que en esta fecha, ha sido desocupada por las fuerzas invasoras y dejan en posesión de sus respectivos cargos a los funcionarios constitucionales en el orden correspondiente. Para constancia firman los concurrentes la presente Acta a las tres y media de la tarde.
(f) Coronel José Benjamin Patte DELEGADO.- Capitán Edmundo Civati DELEGADO. Mayor Teófilo Arruda DELEGADO; (f) Dr. Luis Eduardo Dávila Pérez DELEGADO ESPECIAL DEL GOBIERNO. (f) Enrique Pazmiño JEFE POLITICO DEL CANTON MACHALA ENCARGADIO DE LA GOBERNACION; (f) Rafael González Rubio PRESIDENTE DEL MUY ILUSTRE CONCEJO MUNICIPAL DE MACHALA. (F) Gonzalo Pasquel SECRETARIO PARTICULAR DEL DR. DAVILA PEREZ”.
La ocupación retratada por los periodistas
Antes de partir del lugar el periodista Marco Antonio La Mota de El Telégrafo fue invitado a ser testigo de cómo los militares dejaron la biblioteca municipal. Al mirar ese lugar lleno de libros rotos, quemados, destrozados exclamó: ¿Qué es esto gran Dios? ¿Quién ha pasado por aquí? ¿Quién ha puesto sus garras en este recinto donde está aposentado el pensamiento? ¿Quién se ha atrevido a dar un golpe infeliz a la cultura?. Oh libros de la biblioteca de Machala, descansad en paz en vuestra propia casa convertida ahora en vuestro cementerio.
Los periodistas bajaron, recorrieron las calles de Machala, encontrando gallinazos, muebles destrozados, desperdicios, montones de basura, estiércol, hervidero de pestilentes moscas. Mas adelante tropezaron con la familia Echeverría que el hambre acosaba mortalmente a sus niños; apareció ayudándose con un bastón Don Onofre Lara, otro sobreviviente que se negó dejar su ciudad.
Vieron hierros retorcidos del parque de Machala, y más adelante huecos cónicos dejados por dos bombas y encontraron una tercera sin explotar. A las seis de la tarde, al llegar a la estación del ferrocarril sobre una mesa estaba escrito un epígrafe pintado con tiza: “Ecuatorianos: esperamos la revancha. Pronto estaremos aquí”.
Fechas como esta, por desconocimiento, por falta de difusión o de interés de escritores e historiadores pasan desapercibidos, olvidando cuan importante es que la comunidad conozca detalles de la historia provincial, sobre todo el 12 de febrero de 1942 cuando a Machala volvió la paz y se enrumbó al progreso del que hoy somos orgullosos.
La prensa peruana de 1941, siempre tan objetiva a la hora de informar la guerra contra el Ecuador, afirmaba que los propios ecuatorianos se dedicaron al pillaje antes que ingresaran las tropas peruanas, según este "inteligente" análisis que no corresponde a periodistas, sino a mercenarios de la propaganda de guerra, ilustran de la peor forma los horrores de la guerra, una edificación de dos pisos y casi 2 cuadras, "destruída" a mano limpia por los civiles de Santa Rosa, mientras se desarrollaba una guerra a escazos kilómetros. La mejor forma de encubrir las misiones de su propia aviación |
Una trinchera peruana defendiendo la linea ferrea en la ciudad de Machala, 1941. |
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