lunes, 21 de enero de 2019

Cenepa 24 años después

Una de las primeras fotos de la Guerra del Cenepa

Un vistazo de 1941 a 1995 y a este conflicto que cerró años de enemistad entre ambos países.

Por Jenner Baquero

Se acercan los 24 años del conflicto del Cenepa y las mentes más simples tienden cómo es típico a cometer la tontería de meter al Ecuador y Peru en un saco con respecto al tema, pero aquello es como comparar la cacería de un león, con la lucha por la supervivencia de una cebra; si el león falla, no comerá ese día, si la cebra pierde, morirá.

El Perú antes de la independencia, era ya un reino milenario, perdido en las brumas del tiempo; el Ecuador en cambio es más joven incluso que la advenediza “Bolivia” pues nació apenas en 1830, antes no era más que una división territorial del Virreinato del Perú o de la Nueva Granada, con el reconocimiento de “Real Audiencia”, ésta estaba quebrada económicamente para inicios del siglo XIX.

Llegando al siglo XX, el Perú ha mantenido permanentemente un PIB que tranquilamente ha doblado al del Ecuador; y en sus mas más de un millón doscientos cincuenta mil Km2 (casi 4 veces la extensión del Ecuador), ha habitado casi 4 veces más población que en el Ecuador (en 1941 Perú tenía alrededor de 8 millones de personas vs 2 millones del Ecuador).

Detengámonos un poco en la Guerra de 1941; a la época, el Perú era uno de los paises más poderosos de America; un ejemplo: era tan atendida la aviación de combate en aquel tiempo que incluso se reclutaba a los bachilleres para pilotos. El Ecuador en cambio desde 1925 se debatía en el retraso y carencia; las guerras intestinas lo habían despojado de cualquier esperanza de progreso; el pais era pobre, desorganizado, una nación del siglo XIX, la aviación era incipiente con “proezas” de aventuras de correos y mensajerías, ¿como se compararía con el Peru?; de allí los catastróficos resultados de 1941; La mal llamada “Guerra” no fue guerra sino paliza, invasión.

Para 1995 el Perú tiene una amplia capacidad integral much mayor que el Ecuador, PERU mantiene el doble del PIB ecuatoriano; el presidente Fujimori declara que tenía suficientes aviones, tanques, helicópteros, artillería, etc, armamento que no fue comprado para enfrentar al pequeño Ecuador sino a la peligrosa Chile: ¿cayeron 10 aeronaves peruanas en el Cenepa?, si, ¿hizo mella aquello en el potencial peruano?, no; así lo aseveró Fujimori en su día.

¿GUERRA O CONFLICTO?

Nadie en Perú acepta la frase: “Guerra del Cenepa”, porque para el Perú, lo del 95 no fue más que un incidente en la lejana selva, quizás un evento mediático útil para la campaña presidencial del “chino”, pero algo como una “guerra”, no; jamás un solo pueblo peruano estuvo en peligro de bombardeo o ataque directo por parte del Ecuador, y en caso de un agravamiento del conflicto, sin problema, el Perú habría declarado la Guerra total la cual habría sostenido hasta desgastar al enemigo.

La experiencia del soldado peruano en combate para el 95 tenía al menos ¡30 años!; el antiguo virreinato había heredado a la republica profundas diferencias sociales, solo contra el Sendero Luminoso del comandante “Gonzalo”, la cruenta guerra civil llevaba 15 años; aquel escenario terrorista preparó al soldado conscripto peruano para vivir con tranquilidad el abandono, destierro, la brutalidad, las ejecuciones clandestinas, el hambre, el cansancio y el camino del no regreso. Para el soldado peruano la “patria” es distinta a lo que significa esta para el ecuatoriano.

Para el Ecuador, país pequeño y pobre, lo del Cenepa fue una real guerra que movilizó al país entero, su esfuerzo, sus recursos; en caso de una generalización del conflicto; el ciudadano común pudo haber visto sus principales ciudades bombardeadas, miles de muertos de por medio, la refinería de Esmeraldas desaparecida, los puertos y caminos destruidos, y cruentos combates de la costa al oriente; Ecuador se jugaba literalmente el pellejo.

El Perú en 1995 llegaba al conflicto del Cenepa con la satisfacción de las fáciles y limpias victorias de 1941 y 1981 contra el Ecuador (en 1941 el peruano no iba a la guerra sino ‘de safari a cazar monos’). Si hablamos del Cóndor, mientras el ecuatoriano común compraba emocionado el disco “Paquisha” de Pueblo Nuevo; en secreto pagábamos las reparaciones por la “ofensa” a la soberanía peruana en ese destacamento; Paquisha fue reubicado por nosotros silenciosamente “más arriba”.
El Ecuador llega al Cenepa habiéndolo “perdido todo” (Moncayo, 2018), solo le restaba su odio y venganza, el ecuatoriano no olvida de 1941 las invasiones, bombardeos, pillaje, campos de concentración, arriamiento de la bandera y demás vejamenes contra el pais.

En 1995 al Ecuador le restaba un puñado de selva aún no delimitada la cual esperaba por un acuerdo para la demarcación final; no había interés en su explotación o poblamiento, simplemente Ecuador se aferraba a uno de los últimos bastiones de la Guerra del 41, la “oreja” formada por el divorcio de Aguas Zamora-Santiago.

Cualquier pretexto es bueno para la venganza, y el soldado ecuatoriano se había preparado entre 1981 y 1995 para cualquier eventualidad, una reserva de 2 mil millones de dólares por ganancias del petróleo no presupuestados, es bien guardada por el presidente Sixto por si se presenta una catástrofe como la del Niño, la Niña, o lo que sea; aquel “lo que sea” será el agravamiento de las tensiones en el Cenepa, pero 2 mil millones de dólares no alcanzarán para el primer año de la guerra; el poder político y militar deberán pensarlo 10 veces antes de embarcarse en una aventura contra el gigante del sur, el cual aunque no al 100% de su operatividad, es un rival descomunal en el caso de la guerra total.

El soldado peruano ve al Ecuador en enero de 1995 como un rival fácil, cobarde, medroso y mentiroso. El BIS 25 peruano, responsable del no demarcado Cenepa, no se molesta en establecer destacamentos permanentes en ese rincón del infierno, más abajo, en el PV1 están destacados 1 subteniente y unos pocos conscriptos mal comidos quienes regularmente para no morir de hambre deben cazar su propio alimento; en alguna de esas “cacerías”, encuentran no solo patrullas ecuatorianas sino posiciones fijas, “tambos” llamados: Cueva de los Tayos, Base Sur y Tiwintza; más tarde, buscando un hito perdido, el comandante de PV1 se encontrará cerca a Base Sur, una posición de comandos ecuatorianos al mando de un capitán, se presentan hostiles, están muy molestos con la presencia peruana. 

Las cartas peruanas indicaran infiltración ecuatoriana, ¿Por qué será?, “quieren llegar al Marañon” se dirán los sureños. Las cartas ecuatorianas registrarán el Cenepa aunque no delimitado, ecuatoriano aún, el propósito es mantener el Status Quo de facto, pero no llegar al Marañon; ni siquiera la selva demarcada para el Ecuador ha sido explotada y tiene pésimos caminos a la época, ¿que sentido tendría llegar al Marañon”, al menos no en ese tiempo. El conflicto se agrava.

Para el peruano, el conflicto se centra en expulsar del Cenepa al ecuatoriano, nada más, si perdiera por alguna razón, sería sencillamente no quedarse con un puñado de selva nubosa, húmeda, estéril para el hombre, y brutalmente hostil; para el ecuatoriano es una cruzada por la supervivencia, la reivindicación, la venganza, el “ojo por ojo”, “diente por diente”; la guerra total puede estar a la vuelta de la esquina para lo cual solo contaría con el interesado y conveniente apoyo de Pinochet (ni siquiera de Chile como país como se verificaría en 1998), el resto de “garantes” del Protocolo de Rio son pro peruanos (para los EEUU el Perú es más importante geopolíticamente; Argentina le debe favores por lo de las Malvinas y Brasil admira al soldado peruano llamándolo “el mejor del mundo”).

MARZO...

Mientras en 1941 y 1981 los ecuatorianos fueron desalojados por los peruanos, a veces incluso sin combatir, en marzo de 1995 como nunca antes, los soldados del Ecuador mantenían las posiciones en Base Norte, Tiwintza, Base Sur (había otra Base Sur peruana en el mismo Cenepa); tenía patrullas de fuerzas especiales recorriendo todo el valle; los soldados peruanos por su parte, habían tomado Cueva de los Tayos y “El Tobogán” bautizado como Base Sur del Perú; sus patrullas estaban por todo lado en el Cenepa y habían tomado las colinas cercanas a Tiwintza las cuales no podían mantener por mucho tiempo debido al ataque de los BM21 y los ataques de otra artillería y aviación ecuatoriana.

Aunque ecuatorianos y peruanos declaren haber derrotado al rival, la verdad es que para marzo de 1995 no había aún un punto de inflexión que permitiese vislumbrar algún posible ganador; aunque oficialmente los 100 muertos peruanos triplicaban a los muertos ecuatorianos y 10 aeronaves peruanas caídas frente a un A37 averiado del Ecuador indicaban no una derrota del Peru sino un costo más alto para mantenerse donde a la fecha este estaba dadas las condiciones que tuvo que enfrentar para llegar (cordilleras inexpugnables, pésimas condiciones meteorológicas, dificultades de comunicación, combates de abajo arriba; selva plagada de trampas, minas y patrullas enemigas, etc).

Mientras en 1942 el Ecuador estaba ocupado por fuerzas peruanas y la negociacion en Rio de Janeiro fue impuesta a la legación ecuatoriana; en 1981 el Ecuador fue expulsado de sus destacamentos en el Cóndor, la solución fue militar, y el Ecuador debió cargar con las reparaciones “de Guerra”; en 1995 en cambio ni el Ecuador había sido expulsado del Cenepa, ni la solución fue militar frente al gigantesco Peru; en 1998 la solución al problema fue diplomática, la propiedad sobre el Cenepa no dependía del Perú ni del Ecuador sino de los garantes: ¿que impacto tuvo todo aquello sobre los ecuatorianos?

¿La perspectiva del conflicto del Cenepa para el peruano es demasiado grande habiendo tenido un enemigo pequeño?, de ninguna manera, aquello fue nada más un lunar en la historia del Perú, acostumbrado a grandes y sanguinarios rivales y a cruentas guerras; para la lucha por su existencia, el peruano nunca miró al norte.

1995 para el pequeño Ecuador fue un hito, aquella guerra aceptada por un anciano gobernante y una extraña generación de soldados y sus excelentes comandantes le devolvieron al Ecuador el amor propio, la confianza en sí mismo, borrar el estigma de “lo perdimos todo”.

Hablando del Cenepa, no se puede meter al Ecuador y al Peru en el mismo saco.

Foto: Patrulla Ráfaga (GFE 24) con el TCRN Eduardo Vergara en Tiwintza, marzo de 1995.


  • Jenner Baquero es periodista e investigador ecuatoriano de la guerra del Cenepa, ha publicado un sinnúmero de artículos de análisis histórico y militar y está pronto a publicar el libro "De la Cruz al Trueno".

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