El canciller ecuatoriano Julio Tobar Donoso (sentado a la derecha con prenda blanca) en la reunión Panamericana de Cancilleres de Río de Janeiro, el 29 de enero de 1942 |
Una jugada diplomática "que duele" hasta la actualidad a los peruanos, "El triángulo de Sucumbíos".
Por Rodolfo Pérez Pimentel
El Secreto del Protocolo de Río
A consecuencia de la invasión peruana en julio de 1941 y con parte del territorio ocupado por el enemigo, la delegación ecuatoriana presidida por el canciller Julio Tobar Donoso viajó en enero del 42 a Río de Janeiro, a encontrar una solución pacífica al diferendo limítrofe, que permita al Ecuador continuar su vida como nación independiente. En la capital peruana les sustrajeron el equipaje con los planos, mapas, informes, pruebas, etc.
Las conversaciones diplomáticas se iniciaron al presentar el canciller brasileño Sr. Aranha, como fórmula de arreglo, unos estudios de posibilidades rechazados por la delegación peruana, que entregó una línea demarcatoria puesta en un mapa reciente en que figuraban ya como peruanos los territorios invadidos meses antes.
Tobar Donoso pidió entonces que se suscriba un protocolo formulado de conformidad con la propuesta del canciller Aranha y que dicho protocolo solo tuviera el carácter de instrumento preliminar de arreglo, para proceder a establecer no una línea fronteriza sino dos, la de Perú y la de Ecuador, como base de discusión para futuras negociaciones. Esto lo hizo a fin de ganar tiempo, pues las conversaciones se habrían extendido a la siguiente conferencia a realizarse en Buenos Aires.
Los peruanos rechazaron esta segunda fórmula a pesar de que los delegados de los países mediadores la acogieron con satisfacción, de manera que para resolver la dificultad Tobar Donoso lanzó una tercera propuesta, que la línea de fronteras se defina en diversas secciones del oriente y deje la determinación del resto para la siguiente conferencia. Lo cual tampoco fue aceptado. Así terminó el primer día de conversaciones.
El segundo día Tobar Donoso presentó una cuarta propuesta, renunciando a la navegación por el Marañón a través de los ríos Consanga (que apenas es navegable en la estación invernal y eso solamente por canoas, y Santiago que ve interrumpido su curso por varias cataratas peligrosísimas llamadas desde el siglo XVI con el nombre de Pongo de Manseriche) pero esto no lo dijo -era su secreto- y a cambio de esta renuncia pidió una compensación territorial en el norte, es decir, en los territorios que habíamos entregado en 1916 a Colombia por el Tratado Ponce Castro Oyanguren y esta nación -a su vez- cedido al Perú por el Tratado Salomón-Lozano en 1922, a fin de lograr a través del río Putumayo, una fácil salida al Amazonas.
El 29 de enero de 1942 se firmó el protocolo, con base en la cuarta propuesta de Tobar Donoso, que de acuerdo al Derecho Internacional le dio el carácter de instrumento previo, lo cual jamás aceptaría el Perú, que le ha concedido la categoría de Tratado Internacional. La diferencia está en que los protocolos fijan líneas limítrofes provisionales y los tratados fronteras con carácter definitivo.
El Ecuador reconoció la pérdida por ocupación militar de gran parte de sus territorios orientales, quedaba dividida la región amazónica ecuatoriana en dos, la norte (plana) que seguía siendo nuestra y llega hasta donde los peruanos tenían sus destacamentos y la sur (montañosa) que pasó a poder peruano.
En Río de Janeiro el Ecuador fue prisionero de las circunstancias pues un falso sentido de panamericanismo presionaba a firmar la paz a como diera lugar, ya que la situación internacional así lo exigía.
Tampoco existía ejército ecuatoriano, lo poco que había quedado tras la invasión estaba concentrado en Quito, fiel a la política de defender únicamente la región interandina, desde Huigra para arriba, como lo había recomendado en 1937 la Misión Militar Italiana, que sentenció a la costa y al oriente como zonas indefendibles por ser tierras llanas y fáciles de invadir.
Existía otro antecedente perjudicial a nuestros derechos porque en 1936 se había suscrito un Acta de Statu Quo con la Cancillería peruana, reconociendo expresamente la existencia de una serie de guarniciones en la cuenca baja del río Amazonas.
Hay que agregar la mala voluntad que nos tenía el canciller norteamericano, Sr. Welles, quien llegó al extremo de rehuir la conducción directa de la cuestión surgida entre el Ecuador y el Perú, pues para su Cancillería, el Ecuador era considerada una nación neutral en el conflicto mundial, por no haber facilitado las bases estratégicas de las Galápagos y Salinas, necesarias para la defensa del canal de Panamá, ocupación que solo ocurrió al siguiente día del ataque de la aviación japonesa a Pearl Harbor y Estados Unidos nos informó del hecho cuando se había consumado.
Tobar Donoso hizo cuanto pudo dentro de sus limitadísimas circunstancias pero se ganó la paz, pudimos seguir siendo nación y sobre todo se logró la devolución de Machala y otras poblaciones como Santa Rosa, Pasaje, El Guabo, etc.
Craso error de los peruanos fue contentarse con una porción de desierto amarillo al norte de Tumbes, población ya ocupada desde principios del siglo XIX, al punto que Ecuador mantenía un consulado.
Julio Tobar Donoso |
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