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REFERENCIA | Guayaquil en 1920 en las celebraciones por el centenario de la Independencia. |
El Levantamiento Realista de Guayaquil de 1821.
En Febrero de 1821 arribó a Guayaquil José Mires anunciando que Bolívar enviaría varios batallones de Colombia para auxiliar a las milicias del puerto. La situación era difícil para el gobierno independentista de Guayaquil, pues sus tropas habían sido derrotadas en Huachi y Tanizahua. Como se vio con Olmedo, nadie quería participar de una guerra forzada, hacía falta un ejército con experiencia qué más experiencia que los -británicos del Albión- y esto lo había ofrecido Bolívar.
En marzo, arribaron a Manabí los primeros contingentes armados provenientes de Buenaventura en Colombia, posteriormente pasaron al Morro, allí se ejercitaron y disciplinaron. Sucre estaba en Guayaquil y suscribió un Tratado con la Junta Superior de Gobierno de la Provincia compuesta por Olmedo, Roca y Jimena.
El día 15 de mayo se ultimaron los detalles y Guayaquil aceptó la protección de Colombia facultando a sus gobernantes a estipular convenios con otras naciones y especialmente con España; de aquí a la incorporación definitiva con la Gran Colombia sólo había un paso que lo dio Bolívar al año siguiente, días antes de su famosa entrevista con el otro expoliador de América, San Martín.
Los soldados independentistas seguían llegando, transportados por el Gral. inglés Juan lllingworth Hunt. La ciudad parecía un cuartel, pues los soldados del Guías y del Albión eran numerosos. Al mismo tiempo algunos realistas se reunían en la casa de Juan Barnot de Ferruzola con el fin de sublevar los cuarteles.
El jefe del grupo era el Tnte. Juan Sepúlveda, que contaba con la ayuda del Cnel. Juan de Dios Arau, del Tnte. Cnel. Bartolomé Salgado, de Andrés Orias de Marín y otros. El golpe se preparaba en el mayor secreto, pero el físico Manuel Moreno, médico del Batallón Defensores, logró enterarse del asunto y siguió el hilo de los acontecimientos.
Para el efecto, Araujo, que estaba casado con una de las hijas de Ferruzola, ascendió de grado a Sepúlveda con el fin de darle mayor poder con la tropa; pero, Moreno, que sólo conocía los planes de Sepúlveda cometió el error de irlo a denunciar donde el propio Araujo, quien le intimidó con prisión si seguía acusando a los oficiales y arrojó la denuncia al fuego para borrar hasta la evidencia.
Moreno se asustó y prometiendo mayor discreción en el futuro se dio por bien servido de no ser castigado, pero ya era tarde, pues la noticia había corrido y aparecían nuevos realistas sospechosos y entre ellos Francisco Concha, Jacinto Caamaño y Moraleja, y José Alvarado, todos guayaquileños.
Recuérdese que Guayaquil había firmado su independencia el 9 de octubre de 1820.
La sublevación iba a estallar el 15 de mayo con motivo de la suscripción del Acta con Colombia; ese día pensaban tomarse los cuarteles al grito de «Abajo los extranjeros de Colombia, viva la Patria, viva el Rey», destituyendo a los miembros de la Junta y comisionando a Araujo en su reemplazo, pero los planes se postergaron y sólo meses después se produciría la revuelta como veremos a continuación.
Ajeno a estos ajetreos, Sucre movilizaba sus efectivos para enviar a Babahoyo al batallón Libertadores No. 1 al mando del Cdte. Bartolomé Salgado y dejando a la caballería en Guayaquil se trasladó a Samborondón con su estado mayor y el batallón Santander, iniciar la marcha a la sierra. El 15 de julio recibió un aviso de Salgado, pues los realistas parecía que andaban cerca de Sabaneta a pocas horas de Babahoyo y preparaban un ataque.
Sucre ordenó la salida de Santander y que la caballería pasara a Samborondón donde él la esperaba con impaciencia, pero ocurrió el recambio de bando del Tnte. Cnel. Nicolás López de Aparicio, venezolano que había peleado al lado de los realistas hasta que derrotado por Valdés y Mires en la batalla de Pitayó, escapó a Quito, donde se unió a las tropas del Gral. Melchor de Aymerich, siendo tomado prisionero por las guerrillas separatistas de Machachi, que lo llevaron al campo del Cnel. Luis Urdaneta, jefe de las tropas guayaquileñas.
Entonces, de forma estratégica y solapada, logró fingir conversión a la causa republicana y que lo aceptaran como uno de los suyos, presentándose en Huachi donde no desertó después de la derrota y se fue con los demás miembros del ejército a Guayaquil, afianzándose en la confianza de sus superiores.
La Junta de Gobierno de Guayaquil le ofreció el mando del Batallón Libertadores, cuyo jefe era Araujo, quién ascendió a la comandancia general de armas, a fin de pasar revista, dejando todos los asuntos administrativos en manos de López de Aparicio y cuando Sucre ordenó la movilización a Babahoyo, López de Aparicio pretextó no poder viajar alegando la agravación de una vieja herida en la pierna, permitiendo que lo hiciera Salgado, quien al llegar a Babahoyo dio la noticia falsa a Sucre, de la proximidad de los españoles, obligándole a dejar a Guayaquil desguarnecida, para llevar el resto de la tropa a Babahoyo a presentar batalla a Aymerich.
En Guayaquil, los realistas criollos hablaban de futuras anexiones a Colombia, Perú o Chile y en esta labor de descrédito a la subversión intervenían López de Aparicio, Araujo, Martín, Caamaño, Ferruzola, Sepúlveda, Mendiburo, Pellicer, Páez, Concha, el arequipeño Juan de Dios Arauco, Ramón Oyague, el marino guayaquileño que dirigió del golpe realista y otros más, pues todo lo habían programado para aislar a Sucre en Samborondón, mientras en Babahoyo, Sepúlveda y López de Aparicio se unían a Aymerich, que venía de la sierra y entre todos atacaban Samborondón.
López de Aparicio retornó al ejército realista finalmente. En la madrugada del 17 de julio de 1821, la ciudad se despertó alarmada por el ruido de los cañonazos que lanzaba la escuadrilla fluvial de diez lanchas que había sido tomada por el Tnte. de fragata Ramón Oyague, realista criollo, natural de Guayaquil, al grito de «¡Viva el Rey!», al mismo tiempo una lluvia de balas caía sobre el malecón.
El batallón Defensores, dirigido por Dionisio de Acuña, se situó en la tahona y contestaba los disparos.
El Tnte. de navío Manuel Antonio de Luzarraga, jefe de la escuadrilla separatista, salió a gatas de su cama y corrió a medio vestir al sitio en que se hallaba Francisco de Reina y Martos, que armaba cinco cañones.
Reina, independentista, era peninsular, andaluz aventurero y marino de oficio. En 1853 murió por haberse asomado a presenciar la llegada de la flota e inmediata invasión –una vez más- de su compadre Juan José Flores, a quien daba vivas y aplausos, cuando una bala de cañón lo arrancó de la ventana, arrojando a varios metros su cadáver, pero en 1821 fue la figura crucial de los separatistas guayaquileños, pues sin su ayuda hubieran capitulado ante los realistas criollos.
Reina solo hundió a la lancha No.5 y abrió un boquete en la proa de la fragata Alexandra donde estaba Oyague, que a las doce del día y después de más de diez horas de incesante bombardeo, al quedarse sin recursos, se retiró con la escuadrilla, siendo perseguido por las goletas Alcance y Olmedo de los separatistas que lograron capturar al grueso de la tropa que desembarcó en Punta Pital, cerca de Machala, donde los subversivos les cercaron.
De forma notable, la independencia de Guayaquil fue asegurada por un español peninsular, mientras los leales a la Monarquía Hispánica eran todos españoles criollos.
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Plano de Guayaquil datado a 4 de noviembre de 1772 ordenado por el gobernador Ramón García de León y Pizarro. Se aprecian el Barrio del Astillero, Ciudad Nueva, el Barrio del Bajo y Ciudad Vieja. |
Fuentes:
Rodolfo Pérez Pimentel, "La Conspiración de Oyague en 1821" en Ecuador Profundo.
Francisco Nuñez, "Quito fue España".
Plano de Guayaquil y algunos datos consultados en la Enciclopedia virtual Wikipedia.
La Entrevista de Guayaquil:
Simón Bolivar y su estadía en Quito y Guayaquil. ¿Cómo recaudó el dinero de estas ciudades para la Independencia? https://t.co/fJc9SKirMM pic.twitter.com/URY5a4f29c
— Revisionismo del Ecuador (@guerradel41) May 24, 2020
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