lunes, 4 de junio de 2018

Carlos Arroyo del Rio evalua las Fuerzas Armadas de 1941



El Presidente ecuatoriano Carlos Arroyo del Rio, que le tocó afrontar la guerra contra Perú, analiza el estado en que recibió a las Fuerzas Armadas durante la campaña militar de 1941 y posterior ocupación de la provincia de El Oro.


A un país se lo prepara para la guerra a través de los años. El Ecuador, que, desde los tiempos de Tarqui, sabía las características del problema que tenía con el vecino del Sur; que más de una vez se vio a punto de hallarse envuelto en un conflicto armado, debió prepararse cuidadosa y metódicamente para solventarlo. ¿Lo hizo? Que responda la conciencia del país. Y se pretende, contra toda lógica, que lo que no se había cuidado de hacer en más de cien años, se improvisara en diez meses -del 1 de septiembre de 1940, a principios de julio de 1941-, sin contar con recursos económicos y en un ambiente de guerra universal.

Un país que debe ir racionalmente a la lucha requiere de ciertos elementos: plan técnico de guerra, debidamente elaborado; armamento adecuado en todas sus ramas (Marina, Artillería, Aviación e Infantería); material logístico y de servicio sanitario; municiones suficientes; Ejército permanentemente adiestrado; comandos eficaces; caminos que permitan la movilización; recursos económicos para sostener la contienda; respaldo y posibilidad económica. ¿Contaba el Ecuador con todos esos elementos, cuando se produjo el conflicto de 1941?

¿Podría ser mi Gobierno el responsable de que desde 1931 se descuidaran las defensas del país? Luis Larrea Alba admite que en 1941 "no había Ejército para defender las fronteras; no existía una Marina para hacer respetar el mar territorial, no teníamos una Aviación para impedir las violaciones de nuestro espacio aéreo". ¿Podría yo, en un lapso de diez meses, y en medio del conflicto mundial de 1939 a 1945, con un presupuesto de 24 millones de sucres para la defensa y de 113 millones 500 mil para el sostenimiento del Estado en general, hacer Ejército, Marina y Aviación que no habían, y dotarla del equipo necesario? ¿Era cuerdo, patriótico, humano, llevar al país a una guerra internacional, que podía convertirse para él en un descalabro?

¿Había armas? En 1910, el general Alfaro compró armamento, ante la posibilidad de la guerra con el Perú. Para 1928, los cañones comprados, que fueron usados en la Batalla de Sedán de 1870, ya no tenían municiones, y las fábricas las habían dejado de producir. Todo el armamento italiano comprado por Alfaro, como ametralladoras Fiat y los equipos de radio estaban convertidos en chatarra.

Mientras tanto, y ante la presencia de tropas peruanas en la frontera, el 2 de mayo de 1941, el comandante del Ejército, coronel Francisco Urrutia, respondió a los temores de la Junta Consultiva de Relaciones Exteriores afirmando que "el Ecuador está en superioridad al Perú, por el elemento raza; los ecuatorianos son de índole guerrera, mientras que los peruanos son pacifistas". De esta manera, desestimó la posibilidad de la invasión. Luego, cuando la guerra se produjo, Urrutia dijo que los ecuatorianos eran más aguerridos, pero que no tenían armas suficientes para la defensa del país: "anteriormente me expresaba de otra forma, porque teníamos varios meses por delante".

Sin dinero y sin mercado

¿Dónde conseguir armas? Para 1940, y según un informe del Ministerio de Defensa, los soldados en la zona de frontera formaban un débil cordón en las líneas fronterizas, ubicados en destacamentos en forma de chozas, sin radios, sin caminos, ni medicina, armados con fusiles de un calibre que ya no se producía, por lo que las únicas balas que había eran las que teníamos en las bodegas, sin una oficialidad bien formada.

En esa época, la República contaba con tres batallones de línea: El Carchi, el Cayambe y el Montecristi, así como un regimiento de Artillería, el Mariscal Sucre. La Armada estaba compuesta por dos buques del siglo pasado: el Presidente Alfaro y el Calderón, que carecían de obuses para sus cañones.

No había un solo avión de combate, ni de reconocimiento. Según un informe del jefe del Estado Mayor, Coronel Agustín Albán Borja, yo necesitaba de entre cinco mil y siete mil millones de sucres para equipar a las Fuerzas Armadas ¿Cómo hacerlo con 113 millones de presupuesto? Con grandes dificultades, y gracias a las gestiones de Colón Eloy Alfaro, embajador en Washington, logramos un préstamo de Estados Unidos por 17 millones de dólares, para la compra de armamento. No teníamos efectivo, y aunque lo hubiéramos tenido, en esa época todos los mercados de armas estaban cerrados, como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial.

El único lugar en donde podíamos encontrar armas era los Estados Unidos, pero este país, a pesar de habernos ofrecido dos aviones entrenadores y dos barcos para proteger las costas, no los entregó nunca. El subsecretario de Estado, Summer Welles, dijo que no podían darnos armas sin dárselas también al Perú.

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Guerra en El Oro

A pesar de todo, al iniciarse las hostilidades el cinco de julio de 1941, despaché desde Quito a los tres cuerpos del Ejército que podían combatir, y estos resistieron en la frontera sur, en la provincia de El Oro. En su carta de renuncia, fechada el 24 de enero de 1942, pocos días antes de la firma del Protocolo, mi Ministro de Defensa, Coronel Carlos Guerrero, recomendaba que "en consideración a la debilidad militar del Ecuador y a fin de salvar su existencia, he opinado y sigo opinando que el país debe resueltamente sacrificar sus aspiraciones sobre el Marañón y aceptar, sin regateos, la línea oriental que los países mediadores consigan del Perú, cualquiera que esta sea".

Nuestras fuerzas resistieron durante cinco días en la zona, pero se perdió toda la provincia de El Oro, que fue devuelta solo con la firma del Protocolo de Río de Janeiro. A parte de las tropas, enviamos a la zona todos los recursos de los que disponíamos por medio del ferrocarril. En total, menos de mil hombres se enfrentaron con por lo menos cuatro mil peruanos en la zona fronteriza de El Oro, hasta la firma del Acta de Talara.

El informe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas en 1942

El coronel Agustín Albán Borja, jefe del Estado Mayor General del Ejército ecuatoriano, envió este informe, el 20 de febrero de 1942 al comandante superior de las Fuerzas Armadas, Coronel Francisco Urrutia. Él describe la situación exacta de las Fuerzas Armadas del país ante la eventualidad de que la guerra con Perú continúe.

A continuación extractos del informe que refiere las posibilidades de defensa del país:

"La característica común de nuestros teatros de operaciones, es la casi absoluta carencia de vías de comunicación; la falta de medios de transporte es notoria, así como el poco rendimiento de nuestra única vía férrea.

"Los hechos militares que dolorosamente hemos vivido en los últimos meses, han demostrado, evidentemente, que el Perú tiene capacidad de movilizar, con relativa facilidad, numerosas fuerzas dotadas de todos los elementos modernos, contras nuestros teatros de operaciones. Las operaciones han demostrado, además, la sed de conquista que anima el Gobierno al pueblo peruano y su crueldad al salir victoriosos.

"El Estado Mayor General se ve en la dolorosa necesidad de declarar francamente que el número de oficiales generales capacitados para comandar grandes unidades de que dispone el Ecuador es escasísimo.

Con respecto a los inferiores, hasta hoy no se ha preparado oficiales de reserva, que son los que verdaderamente encuadran los efectivos de movilización. Los del Ejército Permanente, numéricamente son escasos. Los suboficiales y clases de que disponen las Fuerzas Armadas para su movilización, son pocos y les faltan dotes de mando.

Respecto a los soldados, el Estado Mayor General puede declarar terminantemente que apenas se podrá movilizar 10 mil hombres con instrucción militar, este es el número de ciudadanos que hasta hoy han cumplido la Ley de Conscripción.

"De material de aviación y marina, carece absolutamente el Ecuador. Este hecho pone al Perú, sin discusión, como dueño y señor del mar y del aire. Material defensivo (máscaras, cascos) no existe, disponemos apenas de ocho mil cascos.

Materiales logísticos (transporte de comisariato) no existen, ya que los materiales que actualmente tenemos en el Ecuador son mínimos y no pueden ser empleados por falta de pilas.

"La miseria en que vivimos es notoria, no se necesita exposición alguna para probarla. "Hasta este momento no se han efectuado estudios que, materializados, tengan valor práctico, casi todos los existentes, y que son muchos, se fundan en disponibilidades mediante adquisiciones que no se efectuaron. En consecuencia, plan de guerra no existe. Este vacío es preponderante, ya que sin un plan a priori, no es posible, ni por sueño, emprender operaciones militares, solo las hordas salvajes se lanzan a la guerra sin meditación y sin saber lo que van a hacer.

"Es un deber defender a la Patria contra la agresión y la mutilación externa. Pero la defensa debe ser racional y tener posibilidades de éxito. Normalmente, en las operaciones tácticas se pone en línea los dos tercios de los efectivos. La historia prueba que el tercio restante colocado en reserva táctica, garantiza contra lo imprevisto en el campo de batalla.

No contemplaremos la movilización industrial, agrícola, etc. ,no hay la menor posibilidad de que pueda efectuarse, dado el ambiente en que vivimos. Dado el resultado negativo que se puede alcanzar en una guerra que hagamos en las condiciones expuestas, cabe preguntar si es justificable que la Nación soporte el peso económico de una movilización inmediata, exponiéndose, además, a tener que pagar después de las hostilidades desgraciadas, un cupo de guerra tremendo, y a sufrir una nueva mutilación territorial y una vergüenza más en nuestra historia.

"En las circunstancias actuales, no es posible pensar que pueda venir material de Europa, queda la posibilidad de obtenerlo en Estados Unidos. Por esto, el armamento de que disponemos no debería tomarlo en cuenta, por su limitado número y por las características técnicas diferentes del armamento americano. Además, porque la disponibilidad de municiones es tan insignificante que las armas tendrían que ser almacenadas a los pocos días de operaciones.

Por consiguiente, para llegar a tener la posibilidad de movilización de un ejército como el indicado, se necesitará de años. Estamos completamente desarmados porque se han empleado míseras cantidades en la adquisición de materiales bélicos, insuficientes en extremo. Si seguimos así, algún día tendremos que desaparecer.

"Para llegar a tener la posibilidad de movilización de un Ejército, se necesitará de años, y es esta la razón por la cual se dijo ya que por terrible que sea el Tratado de Río, ante la imposibilidad de poder reaccionar en este momento contra él, con alguna probabilidad de éxito, se lo debería aceptar con espíritu maquiavélico, es decir, que nuestra generación o nuestros hijos serán los que reconquisten la Amazonía ecuatoriana".



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