Portada de Diario El Universo anunciando la firma del Protocolo de Rio de Janeiro |
Capítulo XII
La versión peruana: testimonio de Solf y Muro
La versión peruana: testimonio de Solf y Muro
A continuación presentamos parcialmente los dos únicos textos publicados por el entonces ministro de Relaciones Exteriores del Perú, Alfredo Solf y Muro, que dan cuenta de lo ocurrido durante esos intensos días en Río de Janeiro.
El primero corresponde al testimonio preparado para su Memoria Anual como ministro de Relaciones Exteriores (Julio 1941-Julio 1942). El segundo lo constituye la versión de los hechos que ofrece ante el Parlamento Nacional el 26 de febrero de 1942.
Como puede apreciarse, las coincidencias entre ambos textos son bastante grandes. Sin embargo, con peligro de ser reiterativos, hemos optado por publicar las dos versiones, dada la ausencia de fuentes peruanas y por el diferente énfasis que creemos advertir en cada uno de ellos.
El primero da una visión más general del contexto en que se dieron las negociaciones de Río, la secuencia de éstas en Itamaraty, para luego reflexionar sobre el documento firmado y los pasos siguientes conducentes a su ejecución.
El segundo documento, en cambio, se focaliza más en lo ocurrido en Río, haciendo referencias específicas a los momentos más importantes que, a su juicio, tuvo la negociación. Este último punto nos permitirá, a su vez, tender un puente con la cronología preparada a base del texto del entonces ministro de Relaciones Exteriores de Ecuador.
Como nota de pie de página, debemos advertir al lector que posiblemente encontrará en los documentos de Solf y Muro subtítulos (puestos en cursiva) que no figuran en el original a fin de hacer más fácil su lectura.
También hemos fechado tentativamente (en paréntesis) los momentos más importantes de la negociación descritos por él en segundo texto (Discurso ante el Congreso).
A) La Memoria Anual del ministro Solf y Muro: una visión general de la Conferencia y el Protocolo.
(Original en castellano)
Solf y Muro, "Memoria del ministro de Relaciones Exteriores del Perú", julio 1941-julio 1942.
(pp. VIII-XI) (pp. LV-LVII) (pp. LX-LXI)
El problema central y determinante de la convocatoria de la Reunión de Cancilleres era político. Se trataba de precisar la conducta americana ante la agresión a los Estados Unidos de Norteamérica por las fuerzas japonesas y la subsiguiente declaratoria de guerra.
Nuestros países tenían ante ellos dos caminos posibles: la neutralidad en que se había estado viviendo, o la solidaridad con el país víctima de la agresión, como una expresión del vigor creciente del panamericanismo.
En el primer caso se dejaría pendiente la reacción continental ante el ataque a un miembro de la comunidad americana. En el segundo, el Continente unido por la fuerza de su tradición jurídica exhibiría al mundo, dominado por la lucha, un frente unido para la defensa de sus instituciones tutelares y pacíficas.
"La negociación del Protocolo de Río de Janeiro"
La iniciativa del Gobierno de Chile para la convocatoria de una Reunión de Cancilleres, con motivo de los graves acontecimientos derivados de la guerra, produjo una gestión del Ecuador para incluir en el programa fórmulas envolventes del problema peruano-ecuatoriano.
Contrariamos semejante pretensión que habría agravado la controversia y alejado la posibilidad de sujetar las soluciones a un resultado eficaz. Además, resultaba insólita esa pretensión, puesto que las conferencias panamericanas nunca abordaron problemas de esa naturaleza. Sin embargo, el Gobierno del Perú, poniendo en práctica sus pacíficos propósitos, no había rehuido que el problema pudiera ser tratado en Río de Janeiro al margen de la Reunión de Cancilleres, atendiendo posible iniciativa del Canciller del Brasil, Excelentísimo señor Oswaldo Aranha.
(...)
B) El ministro Solf y Muro ante el Parlamento: testimonio de las negociaciones en Río.
(Original en castellano)
Solf y Muro, op.cit. pp. 225-230
"Discurso del ministro de Relaciones Exteriores ante el Congreso Nacional, pronunciado al iniciarse el debate del Protocolo de Río de Janeiro".
La agenda de la Reunión de Río de Janeiro
"(...) En las conversaciones tenidas aquí (en Lima) con los representantes de los países amigos, y ante las Cancillerías de esos países por nuestros representantes, mantuvimos la posición respecto del Oriente que era la de no aceptar salida del Ecuador al Marañón y Amazonas ni discusión sobre las zonas de territorio recuperadas y que estaban simbolizadas en los lugares de Andoas y Rocafuerte.
Ocurrida la convocatoria a la Tercera Reunión de Cancilleres, motivada por los sucesos de la guerra mundial, la circunstancia de que ella tenía por sede la capital de uno de los países oferentes y de que nos encontraríamos reunidos los Cancilleres de dichos países con los del Perú y del Ecuador, nos hizo pensar que el asunto pudiera ser tratado en Río de Janeiro al margen de la Conferencia.
Así nos lo hizo saber el Gobierno del Brasil poco después. Fui, pues, preparado a ello al realizar mi viaje a esa ciudad y, con relación al asunto conferencial con los Cancilleres de Argentina y Chile, a mi paso por esos países. Ambos Cancilleres coincidían en el propósito del Brasil, de tratar de resolver el diferendo en Río, pero fuera de la Conferencia, si acaso era posible llegar a un acuerdo.
La agenda de la Reunión desde luego no comprendía la cuestión peruano-ecuatoriana y el reglamento de dicha Reunión, que estaba aprobado por todos los Gobiernos, no permitía el abocamiento de ella, pues establecía que el conocimiento de asuntos no contemplados en la agenda sólo procedería contando con el voto unánime de los Cancilleres asistentes a la Reunión.
Un entendimiento previo a la instalación de la Conferencia con los Cancilleres de los países oferentes de los buenos oficios, me dio igual seguridad.
Ello no obstante, había el temor de que se encendiera un debate que creara una situación incompatible con la obra de acercamiento en que estaban empeñados los países amigos. Preparado para enfrentar ese evento, no cesé sin embargo de gestionar la manera de impedir toda interferencia de la Asamblea, para lo cual encontré la mejor disposición en su Presidente, el Canciller brasileño señor Owaldo Aranha.
En viaje a Río
(7 de enero de 1942)
A mi paso por Buenos Aires, el Canciller señor Enrique Ruiz Guiñazú, me entregó copia de un proyecto suyo para encarar la cuestión. En ese proyecto se fijaba como zona reconocida al Perú la encerrada dentro de la línea de status quo de 1936, como zona reconocida al Ecuador la que quedaba fuera de la línea ocupada por nuestras fuerzas y estableciendo que la zona intermedia sería objeto de una negociación con plenipotenciarios de los dos países y de los países oferentes, la cual se realizaría en la ciudad de Buenos Aires.
Aun cuando en este proyecto y en su mapa adjunto aparecía excluida de la línea ecuatoriana la entrada al Marañón, rezaba un artículo de él que la negociación en Buenos Aires comprendería "todas las cuestiones que pudieran suscitarse con motivo de la firma del acuerdo, especialmente la fijación precisa del límite en la región donde éste ha sido marcado definitivamente".
Este proyecto inaceptable por nuestra parte, no encontró ambiente para progresar.
Comienzan las negociaciones
(13-21 de enero)
Llegado a Río, traté el asunto con el Canciller señor Aranha y en la primera conversación con los Cancilleres de los cuatro países oferentes. A invitación de aquél versó la discusión concretamente sobre la fijación definitiva de las líneas de las fronteras en Occidente y en el Oriente.
Se sucedieron durante algunos días debates separados de los Cancilleres del Perú y del Ecuador con los Ministros de los países oferentes sobre los puntos fundamentales que uno y otros sostenían.
Se paralizan las consultas por problemas de ruptura con el Eje
(22-23-24 de enero)
Adelantada la discusión, y una vez que se llegó a armonizar las opiniones sobre el punto capital de la Conferencia con relación al conflicto mundial, el Canciller Aranha propuso que la discusión se canalizara mediante la presentación de proyectos de tratado.
Las propuestas en discusión
(24-25 de enero)
1.- La propuesta inicial de Itamaraty
Al efecto, se presentó un primer proyecto preparado en la Oficina de Itamaraty que contenía sustancialmente los puntos siguientes: tomar como base de negociación dos líneas de fronteras presentadas una por cada parte para procurar, con auxilio de los mediadores, una fórmula de conciliación entre las aspiraciones de uno y otro de los Estados contendientes; que esta negociación se hiciera en Buenos Aires por delegados de los dos Gobiernos y de los países oferentes a fin de alcanzar una solución pronta, honrosa y definitiva de la controversia; que las dudas sobre la interpretación y ejecución del Protocolo serían resueltas por los cuatro países amigos; y que el Perú retirase, en un plazo improrrogable de quince días, sus fuerzas militares a la línea que presentaba como base de negociación.
Como este proyecto fuera desestimado por mí, desde el primer momento que me fue conocido, el Canciller Aranha me pidió que formulase yo uno y, a su vez, pidió otro al Canciller ecuatoriano.
2.- El Perú y Ecuador presentan sus proyectos respectivos
(25-26-27 de enero)
Se presentaron los dos proyectos. El mío contenía las dos líneas del Occidente y del Oriente, que serían acordadas como definitivas; que la demarcación fuera hecha por técnicos en el terreno mismo; que si surgían divergencias sobre la demarcación ellas serían resueltas por los dos Gobiernos; que los buenos oficios de los países oferentes continuarían hasta terminarse la demarcación; y que el Protocolo fuera sometido a los Congresos para su aprobación en el plazo de quince días.
El proyecto ecuatoriano contenía en una forma genérica la línea de Occidente y en cuanto a la línea del Oriente, la trazaba partiendo de los orígenes del río San Francisco hasta el vértice de las cordilleras del Cóndor, de San Francisco y de Candinama, de allí hasta la boca del Santiago en el Marañón, este río hasta la desembocadura del Morona y siguiendo por la derecha de este río hasta el puesto (militar) de Vargas Guerra; que los desacuerdos sobre las posiciones del status quo de 1936 en la línea occidental se resolverían libremente por los cuatro países mediadores; que estos mediadores quedaban autorizados para hacer compensaciones en la línea del Oriente a fin de regularizar la frontera y para unir los puntos en que las partes tenían posesión en 1936; que los mediadores daban su garantía moral al arreglo cuya interpretación resolverían en calidad de árbitros arbitradores.
La discusión sobre estos proyectos fue muy viva, principalmente sobre la zona del Santiago en el Marañón, pues a juicio del Ecuador, el curso de ese río hasta su desembocadura no había sido objeto de la ocupación peruana según el status quo de 1936 y estaba bajo la acción del sistema fluvial de los afluentes de la parte baja del Zamora.
3.- Los mediadores presentan su propuesta.
(28 de enero)
Producido un impase que hizo prever el fracaso de la negociación, ésta se reanudó posteriormente a solicitación que me hicieron los Cancilleres dentro de su justo empeño de obtener el arreglo de la controversia.
Con tal fin los países amigos presentaron un proyecto de protocolo en el cual se aceptaba la línea de frontera del proyecto peruano y, sustancialmente, sus demás condiciones. Este proyecto fue objeto de detenidas y continuas observaciones que surgieron una a una dentro de un manifiesto plan del canciller ecuatoriano de impedir o retardar o de frustrar su sanción final.
Agotadas las objeciones, llegó el caso de confeccionar el Protocolo que fue firmado sólo después de clausurada la Conferencia de Cancilleres.
El Protocolo de Paz, Amistad y Límites
En el examen de este Protocolo debo llamar la atención que a mi solicitud se consignó que el Protocolo era de Paz y Amistad y "Límites", palabra esta última destinada a dar significado específico al Convenio, así como también de que fuera objeto inmediatamente de su sanción por los congresos de los dos países.
En las líneas de frontera el Protocolo, a mi exigencia, hace la enumeración de los puntos que la constituyen. Logramos fijar entre esos puntos en el occidente la quebrada de Balsamal o Lajas, quedando así para el Perú la zona al sur del río Zarumilla que incluye la porción llamada Isla de Noblecilla, que fue materia de los puestos colocados por el Ecuador al prepararse para el conflicto bélico.
En el occidente la línea está fijada en el sentido de nuestra ocupación efectiva.
Con efecto, el divortium aquarum, desde la quebrada de San Francisco, entre los ríos Zarumilla y Santiago, hasta la boca del Yaupi en este último río, es límite natural que no permite dificultades y que nos deja el río Santiago hasta su boca en el Marañón.
La línea entre el Yaupi en el Santiago y la boca del Bobonaza en el río Pastaza, deja en nuestro poder el río Morona y los ríos intermedios que afluyen a éste y al Pastaza y también el río Pastaza, adelantando nuestra posesión hasta arriba de Andoas. La línea a la unión del Cunambo con el río Pintoyacu nos da todo el curso del río Tigre con sus alfuentes, inclusive el río Corrientes.
La línea de la boca del Cononaco y Bellavista nos deja el río Curaray, adelantando nuestra posesión en este río hasta la boca del Cononaco.
La línea a la boca del Yasuni en el Napo, deja para nosotros la zona entre Bellavista, Arica y el Napo y una orilla de este río desde Yasuni hasta la boca del Aguarico.
La línea del Aguarico deja en nuestro poder este río en una de sus orillas hasta el río Zancudo, comprendiendo el lugar Rocafuerte.
La línea del Zancudo o Lagartococha hasta el Güepí deja en nuestro poder el río o sistema de lagunas de Lagartococha, que nos da la vía fluvial para nuestro puesto de Güepí en el Putumayo.
Además, queda así libre y asegurada la comunicación terrestre entre Pantoja y el puesto de Güepí (...)".
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