viernes, 8 de febrero de 2019

El testimonio de un prisionero de guerra y su cautiverio en Tumbes

A lo largo de lal Archipielago de Jambelí y de la Isla Puná, los territorios insulares no fueron ajenos a los horrores de la guerra, tanto así que con cámara en mano, los peruanos no podían dejar de tomarse unas fotos con prisioneros ecuatorianos.

El testimonio de un civil que por estar deambulando en la ya invadida provincia de El Oro, fue hecho prisionero y después interrogado por los militares peruanos.

Por: Alberto Chávez Cruz

¡Oye tú! Tus documentos. ¿Eres ecuatoriano? -me gritó un soldado peruano-, respondí que sí. Me encerraron en la cárcel de Tumbes, donde encontré otros ecuatorianos prisioneros de guerra, entre ellos finqueros y hacendados de la provincia de El Oro. Nos interrogaron para conocer donde estaban guardadas las armas en Ecuador. A decir verdad nadie sabía nada. Por las noches escuchaba gritos de compatriotas a quienes para que aflojen los quemaban con cigarrillo la punta de sus lenguas.

El Ciudadano

Esta fue la versión del ciudadano José Victoriano Lasso Muñoz, que en el mes de noviembre del año 2011 me reveló cuando lo abordé en el parque Juan Montalvo de la ciudad de Machala. Me le acerqué porque con el compartimos muchos años de actividad portuaria, él como capataz de cuadrilla en los buques de alto bordo y yo como estibador en el delantal del muelle de Autoridad Portuaria.

En el barrio Lomas Grande, de la ciudad de Quito, el 14 de noviembre de 1934, vino al mundo José Victoriano Lasso Muñoz. Su padre Luis Felipe Lasso fue militar del Batallón “Mariscal Sucre” quien oficiando de mecánico tuvo a cargo el desarme y arreglo de los tanques de guerra del Ejército Ecuatoriano. Su madre fue Isabel Muñoz.

Aunque tuvo una vida holgada y sin necesidades, en su niñez y parte de su juventud, solo estudio en la escuela. La última vez que vio a su progenitor fue en la isla Puná.

Su Actividad

José Victoriano Lasso Muñoz, fue conocido en el argot porteño como “el Patucho Lasso”, a donde llegó luego de un largo recorrido que partió desde la capital de la República, viajó varias horas en antiguos carros hasta Guayaquil, tomó una balandra y se dirigió a la isla Puná, y de ese lugar abordó otra balandra y llegó a Puerto Bolívar, donde trabajó, hizo familia y residió muchos años.

"Tenía siete años y tenía que trabajar para mantenerme. Por mi edad lo único que pude hacer fue cargar mercaderías al hombro en el ahora antiguo muelle de cabotaje. Allí llegaban enormes balandras cargadas de cerveza, jabas de colas, caja de galletas, varios alimentos que eran traídos de Guayaquil, lo desembarcábamos y a su vez volvíamos a cargarlas con sacos de café, cacao, banano, etc. Todo era al hombro".

Como fue muy colaborador y mostró empeño al trabajo, el señor Edgar Pendega, técnico y funcionario de la United Fruit Company, le enseñó y le confió el manejo de la pequeña “wincha” que existió dentro del muelle de cabotaje para mover cargas pesadas. "Ganada 15 sucres diarios".

La Invasión

Lasso, sobre los acontecimientos vividos durante los días de la invasión militar peruana a la provincia de El Oro, contó que en la última semana del mes de julio de 1941, prestaba sus servicios para el Agente Naviero Samuel Grunahuer y el ingeniero Jorge Orozco, y junto a otros cargadores apuraban la estiba para llenar una balandra con guineo que tenía destino la isla Puná, donde un barco de la United Fruit esperaba esa mercadería.

Que en la tarde se escuchó ruido de motores de aviones que se aproximaban al Puerto. No le dieron importancia. De pronto esos aparatos peruanos comenzaron a disparar contra todo lo que se movía en el muelle y en los vagones del ferrocarril llenos de mercaderías. 

Como estaba metido en una balandra se escondió para proteger su vida. Todo fue confusión en el malecón. El y los otros trabajadores siguieron escondidos en la balandra hasta que en la noche un Coronel del Ejército Ecuatoriano llamado Aníbal Puente, ordenó el zarpe de la balandra en dirección a Puná.

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El Prisionero

El Patucho Lasso, contó que en Puná, permaneció más de 10 días y como era muchacho le picaba el bicho de la curiosidad.

“Un día que no recuerdo con otros amigos subimos a una canoa grande y nos fuimos a Hualtaco, después caminamos a Huaquillas, donde las casas estaban destruidas, y los militares peruanos rondaban de un lado a otro, aunque si hubieron pocos ciudadanos ecuatorianos que se quedaron”, contó en vida.

José Victoriano Lasso, agregó que como era menor de edad, nadie se fijaba en el, situación que aprovechó para viajar a Tumbes, descubriendo que el movimiento de tropas era permanentemente. “Vagaba de un lado a otro”.

De pronto sentí sobre mi hombro izquierdo un fuerte golpe y jalón de mi camisa.

¡Oye tú!. Tus documentos. ¿Eres ecuatoriano? -me gritó un soldado peruano-.

Respondí que sí.

Me encerraron en la cárcel de Tumbes, donde encontré otros ecuatorianos prisioneros de guerra, entre ellos finqueros y hacendados de la provincia de El Oro.

En los siguientes días comenzaron los interrogatorios para conocer donde estaban guardadas las armas en Ecuador. A decir verdad nadie sabía nada.

Por las noches escuchaba gritos de compatriotas a quienes para que aflojen los quemaban con cigarrillo la punta de la lengua.

Mientras permanecí en la cárcel de Tumbes, sufrimos con la comida que nos daban. Hasta cáscaras de guineo comíamos. Durante el tiempo que permanecimos prisioneros lavamos la ropa de los militares peruanos, reveló.

El Regreso a Casa

El “Patucho” Lasso, contó que fueron liberados cuando la delegación de los países garantes y observadores intervinieron para que ambos países firmen el Acta de Paz.

Junto a sus compañeros de prisión regresaron a Ecuador, caminando de Tumbes hasta La Avanzada y finalmente llegar a Machala.

“Machala, era un pueblo solitario, calles con huecos desolada, abandonado. Sus casas fueron destruida por los efectos del bombardeo peruano. Fue triste descubrir que del autocarril los invasores se llevaron hasta los motores, los asientos destrozados y el piso lleno de vidrios. 

Encontramos unas monjitas que hacían de enfermeras en el hospital Teófilo Dávila. Con el paso de los días la gente regresaba poco a poco y cuando llegaban a sus casas se ponían a llorar.

El edificio municipal estaba destruido y totalmente sucio, la biblioteca la encontramos lleno de libros destrozados. La familia Echeverría y un señor de apellido Lara, fueron los únicos que no abandonaron Machala, durante la invasión”, recordó.

No olvidó que el acaudalado agricultor Don Manuel Encalada Mora (+), dejó la provincia solamente para salvar la vida de sus familiares y que sin embargo tres veces regresó para seguir trabajando en el campo y luego de la entrega de la provincia de El Oro por parte de los militares peruanos, ante la mirada de Observadores de Países Garantes, decidió enviar gran cantidad de alimentos a familias porteñas que regresaban.

Pasaron pocos años, Puerto Bolívar y Machala, volvieron tener paz, tranquilidad y trabajo.

Su vida después de la guerra

Con el paso del tiempo trabajó de winchero en los barcos que llegaron al muelle nuevo de espigón, ahora de Autoridad Portuaria, siempre moviendo de un lado a otro mercaderías de importación para varias empresas navieras y fue fundador del Sindicato Provincial de Estibadores de Alto Bordo dirigido por Sergio “Chi-Chi” Suárez (+), Capataz de Cuadrilla.

Desde el año de 1970 a 1980 fue dirigente nacional de la Central de Organizaciones Sindicales Libres (CEOSL) con sede en Quito, cuando la dirigía Luis Villacrés.

Con el fruto de su trabajo adquirió una finca en la ciudad de Pasaje y varios solares en Machala y Puerto Bolívar, ahora en manos de algunos de sus hijos.

Lamentablemente este personaje de pequeña estatura, de carácter amigable, apreciado y respetado por crear nuevas formas de trabajo en el manipuleo de mercaderías en los muelles portuarios en Puerto Bolívar, vivió en la indigencia, casi olvidado por los suyos pero como él dijo:

”No me importa la ingratitud de las personas, lo que me importa es que fui útil a mi país y al desarrollo de las actividades laborales en Puerto Bolívar”.

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